29 de abril de 2014

Otra carta sin enviar

“Ya no quiero correr tras de ti” me repito constantemente intentando convencerme de que eso es lo que siento. Pero al hablarte, al recordarnos, al vivenciar otra vez nuestros instantes de gloria; no me sale más que amarte. Y perdona, pero tú tienes gran culpa en todo esto, me abriste los brazos y te dedicaste a amarme, así sin más. ¿Y sabes qué? Siento que aún me amas, por eso no desisto.
Claro que he querido estar con otras personas, vamos, mis hormonas saltan dentro de mi cuerpo y controlan todo, o mejor dicho, lo descontrolan todo. Pero al final del día, cuando las hormonas se cansaron de hacerme y deshacerme, me encuentro sola, tumbada en mi cama, pensándote, pensándonos. Te vuelves tan real, revivo tus besos, tus abrazos, tus palabras siempre exactas, tus risas, vuelves a ser tú, vuelves a estar a mi lado.
Sé que es necesario alejarnos, que la vida hace esto todo el tiempo, sé también, que tu vida se vuelve cada día más emocionante. Pero, querido, recuerda que te conozco, te conozco frente a la gente y en soledad, te conozco alegre y triste, conozco lo que quieres decir o lo que intentas que los demás crean. Por eso, porque te conozco, sé que exageras los buenos ratos, y también los grandes esfuerzos, hay que encontrarle la armonía a tus palabras, y eso me divierte. Se considera un defecto el ser así, pero, te confieso, que para mí es una de tus grandes virtudes. Me permite jugar entre los sonidos que pronuncia tu boca, me permite deslizarme por tus pensamientos, y buscar la realidad de tus fantasías.
Me fascinas, me fascinas a dos centímetros de mi boca y a 500 km me fascinas igual.
Confieso, que quiero olvidarte, porque sé que en cuanto cualquier persona te conozca se encantará contigo. No me refiero a conocerte físicamente, aunque confieso que físicamente también eres encantador. Me refiero a que cuando alguien te conozca por dentro, tus glorias, tus fracasos, tus miedos, tus sueños, cuando alguien conozca ese brillo en tus ojos cuando hablas de las cosas que esperas para tu vida, cuando alguien conozca tu entusiasmo, tu persistencia, cuando alguien te arranque la piel y te conozca cómo te conozco me consta que luchará por ti igual que como lo hago yo. Porque eres así, fascinante, motivo por el cual cualquiera movería océanos, porque querido, mover montañas por ti es poca cosa.
No tengas miedo por mí, nadie murió por amor, y en caso de que así me sucediera a mí, estaría orgullosa de que nuestro amor sea el primero que mató a alguno de los dos.
No es fácil para mi dejar mi egoísmo en un cajón y decirte esto corazón, pero quiero que te alejes de mí, no demasiado, no dejes de quererme, no dejes de descubrirme, solo ve, conoce el mundo, pero espérame, porque voy por ti, sé feliz, disfruta con tus amigos, haz nuevas amistades.
En fin amor, nos vemos pronto, en 10, 15 años quizás, porque recuerda que prometiste volver a mí.

Dramaturgos en huelga!

Creo que muchos dramaturgos detestan a los actores, a los directores, y a todos quienes se encargan de llevar al escenario a sus obras. Es realmente impresionante como uno se imagina algo mientras escribe y desea fervientemente que quien lo represente lo haga tal cual se dibujó en tu mente, o al menos muy similar, siendo fiel a tu idea. Pero es triste, doloroso y totalmente arrebatador de almas el ver como una obra que nació en vos, que la sentiste y la transmitiste de cierta manera, que te quemó el cerebro varias veces y que otras tantas intentaste darle más profundidad, más filosofía; quede perdida entre nuevas ideas y comentarios adicionales.
Me dolió y mucho cuando vi como destrozaban mi idea original, como manchaban la imágen que tenía en la mente. Ví como sin querer le quitaban toda la profundidad a mi creación, como le servían la comida masticada al espectador. El teatro no es eso, no es una representación sin sentido. El teatro te transporta, te obliga a reflexionar, te permite crear, imaginar, opinar, todo, desde una butaca. La magia de crear es hacer algo nuevo, algo innovador, no es volverse un cliché más.
Sentí que creé algo magnífico, que en 4 minutos podría mostrar lo que muchos sintieron y sienten durante años.
Creé algo perfecto. Que fue desfigurado y se convirtió en un cliché. Y lo peor, es que está a mi nombre.